domingo, 12 de febrero de 2017

Seremos fuego.


El día que derrumbemos la pared seremos fuego
y gritaremos, corriendo, al mundo que no es un juego,
Que querernos es una fantasía
y que puede ser real un día.
Más real que mis manos en tus piernas
o las tuyas en mis caderas.

Que corrernos juntos no sea un sueño
y sea tan tangible como nuestros dedos.
Que caminar descalza por tu piso deje de perseguirme
yo quiero que tú seas quien me persiga... descalzo... o desnudo.

No es que yo quiera ahora que me desees,
sino que quiero vivir de mi deseo.
De ti.
Mi deseo de ti. 

Pero para eso hay que derribar el muro,
hay que ser fuertes y vencer el miedo,
la inseguridad y la duda,
dejarnos caer en los brazos del deseo
y que nos meza sin miedo
hasta quedarnos dormidos
yo en tu cuerpo y tú en el mío.

sábado, 4 de febrero de 2017

Se ha caído la venda...



Se ha caído la venda que tapaba mis ojos.
Se ha caído el trozo de tela que los separaba de la verdad y...
...duele. 

Ya no te veo igual.
Ya no eres la misma persona de quien me enamoré.
No tienes la misma sonrisa ni el mismo mirar
e incluso tus pasos ya no me acompañan.
Empiezo a pensar que nunca lo hicieron...

Has cambiado de perfume y ya no fumas.
Has cambiado de móvil pero sigues teniendo el mío.
Me gustaría volver a encontrarte para decirnos en qué hemos cambiado.
Cómo ya no nos amamos locamente y
cómo ahora jugamos a querer a otra gente.

¿Tú crees que podemos volver a querer después de cómo nos quisimos nosotros? 

¿Tú crees que aún queda algo dentro de mí que tú todavía no hayas chupado, mordido o comido?

¿Algo que quede dentro de mí que sea realmente mío?

Me gustaría preguntarte tantas cosas...
Pero sería como clavarme mil puñales y dejarlos curar dentro.

Creo que voy a volver a querer.
Quiero volver a querer tan desesperada, loca e incansablemente como lo hice contigo.
Quiero desnudarme con él
y caminar desnuda sin tus puñales.

No quiero tus ojos que cortan mis venas,
no quiero tus labios que queman mi piel,
no quiero tus manos que arañan mi espalda,
no quiero tus promesas de vinos de ayer.

Tú no me conociste.
No te intentes llevar el mérito
porque te conté mi historia pero no supiste leer entre líneas.
Que no soy fácil o difícil,
ni soy un puzzle por resolver.

Seguro que estarás leyendo este poema pensando que está escrito para ti,
pero solo hay un verso con tu nombre.
¿Ves como no me conociste?
Traga saliva, estás a salvo.
Ya vuelves a estar a la deriva.

Se ha caído la venda que tapaba mis ojos y,
empiezo a sospechar,
que he sido yo quien la ha arrancado.