De repente, mi corazón me duele como si alguien me lo
estuviera apretando.
Tanto. Tan fuerte.
Mis pulmones ya no son capaces de respirar.
Me los han arrancado.
Ayuda, no puedo respirar.
Me ahogo.
Mis ojos buscan algo a lo que aferrarse, pero no hay nada.
Ni nadie.
Mi boca, abierta, buscando el aire que me falta.
Dando bocanadas al aire que se escapa.
Y una expresión de
dolor en mi rostro.
Que acabe este dolor.
A cada apretón, siento cómo un reguero de sangre, un suspiro
y un trazo de vida se escapan de mí.
No hables más. Necesito que te calles.
Porque tus palabras son puñales.
Y no tengo aire.
No hay nadie aquí que pueda ayudarme
¿Cómo es posible si estoy rodeada?
No hay nadie...
No sabes lo que duele mirar a una ventana vacía,
Sabiendo que nunca más te asomarás.
Quiero gritar, pero no me puedes escuchar.
Por más que aprieto los puños buscando la fuerza que me falta
Tú no estás.