martes, 29 de septiembre de 2015

Un beso robado.

Él la miraba, ella de reojo.
Se muerden el labio nerviosos.
Ella disimula, jugando con su pelo.
Él, distraído, mira a otros sin consuelo.
¿Estará pensando lo mismo que él?

Suben al mismo autobús,
casualidades de la vida.
Él entra primero y se sienta,
dejando hueco para ella.
Sin embargo, ella pasa de largo,
y se aleja de él.

Qué idiota fue, se lamenta él.
Cómo pensar que podría
sentir tan rápido como lo hizo él.
Sólo una mirada le bastó.
Una brisa que le envolvió
en su perfume.
Imaginarse la suavidad de sus labios.

No.
Iluso.
¿No sabes nada de ella y ya te enamoras?
Qué dolor tan profundo.
Idiota.

Mira los coches pasar.
Distraído.
Sin dejarse llevar por la necesidad
de darse la vuelta y mirarla.

El autobús se para.
Gente que entra y otra que baja.
Qué bonita metáfora.

De pronto una ráfaga de viento le devuelve su olor.
Cruel destino,
Qué maravilloso aroma.

Una mano en su pierna,
un cuerpo a su lado,
una mirada traviesa
y un beso robado.

Eso fue todo lo que quiso
y fue todo lo que obtuvo.
Después de ese momento
no supo nada más de ella.

Sólo recuerda su perfume
y aquel beso robado.

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