miércoles, 27 de mayo de 2015

Relato Corto: Sentir

















Hay veces en que es mejor la ficción que la realidad.
Historias que son capaces de quemarte por dentro y hacerte vivir cosas que quizá nunca vayas a vivir. Pueden ponerte en la piel de otra persona. Pueden hacer que cambies tu forma de ver el mundo. De vivir aventuras jamás imaginadas. Rescatar a princesas de sus dragones o luchar en batallas contra ejércitos invencibles y dragones escupe-fuego. Incluso pueden hacerte viajar a lugares recónditos del mundo o a mundos imaginarios. Conocer distintas tradiciones, culturas, sin moverte de tu cómodo sillón, siempre acompañado de una taza de café o chocolate caliente.




Hay veces en que las palabras duelen. 
Veces en las que sientes que con cada letra te vas hundiendo poco a poco. Oyes tu corazón desgarrarse y sientes tu pecho vacío. Sientes cómo cada letra se clava en tu piel y provoca un fino hilo de sangre. Agujereada. Utilizada. Engañada. Perdida. Confusa. Los adjetivos flotan en tu cabeza. Intentas recomponer tu vida, pero esas palabras no se van de tu mente. Son como un maldito tatuaje sin ningún sentido hecho en una noche de locuras. Quieres quitártelo aunque tengas que arrancarte la piel. Otras veces las palabras son las que nos alegran. Las que nos sacan esa sonrisa tonta que no se nos quita en todo el día. Las escribes por todos lados para recordarlas siempre. Sonríes cada vez que alguien dice una palabra de las tuyas. Son bonitas, no puedes evitarlo.


Pero siempre nos hacen sentir algo.

Sentir... bonita palabra.



Hay veces en que las palabras hacen que nos acordemos de momentos vividos, guardados en el baúl de nuestros recuerdos, para sacarlos todos a la vez.

Es curioso el momento en el cual las palabras sobran. Capaces de provocar tantas emociones, de vivir tantas historias o de evocar recuerdos hasta entonces olvidados. Pero llega un momento en que no son necesarias puesto que son incapaces de describir lo que ocurre en el momento en que dos corazones se miran. El momento en el que solo una mirada es capaz de decir mil palabras, de provocar miles de emociones, de vivir miles de historias o de evocar miles de recuerdos. EL momento en el que te ves reflejada en sus ojos. Ojos que podrías mirar eternamente.

Es en ese momento, cuando las palabras sobran e incluso los grandes escritores se quedan sin ellas, cuando lo único que puedes hacer es callar y dejarte llevar.



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