jueves, 28 de mayo de 2015

Su musa.


Sonreía a los pies de su cama
seguía dormida,
pero pensaba en aquel día.
Recordaba estar tocando su preciada guitarra,
acariciando las cuerdas con la mayor delicadeza,
creando una bella melodía.
De pronto su voz irrumpía 
y rompía
sus esquemas.
Sentimientos a flor de piel,
sus manos temblaban pero su voz sonaba firme.
Su musa, su droga.
Enganchada como un oso a la miel.



Nunca en la historia se había dado el caso
de aquel amor confeso. 
Dicen que todas las historias
comienzan con un beso,
pero esta comenzó antes.
Comenzó con la primera mirada,
el primer acorde que hizo que sus ojos se encontraran.
La sonrisa posterior y el latido de su corazón,
perteneciente a la otra persona.

Desconocía que tantos sentimientos 
se pudieran sentir a la vez.
Solo su musa era capaz de provocarla.
Hasta entonces había sido como un pez,
nadando libre, sin ataduras,
conociendo lugares nuevos,
mareándose en las curvas.
Hasta que la vio.
¿Saben eso que dicen del amor a primera vista?
Eso es mentira,
pero con ella le pasó eso,
o algo parecido. 
Sintió que su vida por fin había encontrado su curso
que las letras de sus canciones por fin tenían su musa,
y que no se iba a separar de ella.

Sintió tantas cosas imposibles de describir,
que las escribió todas en una canción,
tenía tanto que decir,
que al final, todo se le olvidó
y en su lugar, quedó un silencio incómodo.

Todo se volvió negro,
de pronto, sus letras no las sentía.
No necesitaba su presencia.
No le dolía,
su ausencia.
Mi
er
da.

¿Sabes? es curioso el momento,
que decides cortar con todo
Olvidar lo vivido,
o intentarlo,
y soñar con otro.

Ya solo en su cuaderno
quedan los restos
de un verano pequeño
escondido en sus pensamientos.

Ya solo en su cuaderno
quedan los garabatos,
el desconcierto de su corazón
y lo sincero de sus sentimientos.

Ya solo en su cuaderno
quedan todas las palabras
que no le pudo decir a tiempo.

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